Los vizcaínos VHÄLDEMAR han vuelto
con un segundo LP que continúa exitosamente la línea ya iniciada
en su anterior Fight To The End, pero que en ocasiones redunda demasiado en
ciertas maneras, lo que hace que el producto se haga algo repetitivo. Esto no
tiene que ser del todo malo (Running Wild llevan haciéndolo más
de 20 años), ahora si no te gustó el primer disco del grupo este
tampoco te va a enganchar. El grupo sigue bajo esas influencias que caracterizaron
su debut, es decir, Manowar, los primeros Gamma Ray y algo del metal alemán
de primeros de los 80, lo cual puede resultar repetitivo, pero que también
muestra a un grupo con las ideas claras e interesado en dar caña, ya
que este tipo de material donde de verdad resulta es en directo.
El disco se abre I Made My Own Hell, un tema muy Manowar al
igual que House Of War, donde el grupo demuestra su interés por la potencia,
Breaking All The Rules tiene un estribillo muy pegadizo, y es quizá el
tema más Gamma Ray, No Return es lo más cercano al actual Metal
alemán siempre hablando de VHÄLDEMAR y con la segunda
parte de Old King´s Visions la banda ofrece una balada épica, que
a mi modo de ver les ha quedado un poco larga.
La producción vuelve a estar muy lograda, con un sonido
limpio y brillante, pero contundente y con fuerza, haciendo énfasis en
las guitarras de Pedro J. Monge, que aparte de estar realmente inspirado para
éste disco ha hecho más patente su presencia. Temas como Mystery
o March Of Dooms son auténticos ejercicios de cómo tocar puro
Speed Metal con la guitarra, sin duda éste grupo tiene a uno de los mejores
guitarras dentro del panorama nacional, y por lo menos no se dedica a copiar
a Yngwie J. Malmsteen o Timo Tolki, apuntando unas maneras mucho más
americanas, lo que le da un toque distinto al conjunto. Además los temas
instrumentales son los que tienen un sello más personal, y sería
interesante que hicieran algún tema cantado siguiendo esos derroteros,
más alejados de las influencias anteriormente mencionadas.
Siguiendo con el disco, Dreamer tiene un fantástico
pre-estribillo, Death Comes Tonight es más machacona, y I Will Raise
My Fist nos devuelve el Speed Metal más Gamma Ray, destacando un fantástico
ejercicio de Pedro J. Monge.
Como digo un buen disco para quien le gustará el primero,
ya que conserva el rollo al 100 %, tanto en la música como en la actitud,
pero se agradecería que para su tercer obra explorarán otros terrenos,
siempre dentro del Heavy Metal, que aunque algunos no lo crean, es un género
muy amplio.
Antonio Cerezuela