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17 de Octubre 2003 – Sala Ritmo y Compás MADRID
Hay ocasiones en las que alguna gran estrella del firmamento
rockero llega a tu ciudad y descubres con sorpresa (y cierta tristeza) el escaso
interés que despierta entre el público. No sé si por falta
de información o por auténtico desinterés de la gente (seguro
que recuerdas algún caso…) Pues aquí tienes un ejemplo de
lo que te contamos. BOB CATLEY es un cantante con una voz privilegiada,
frontman de los míticos Magnum, y con una carrera en solitario igualmente
llena de calidad; para el que ha compuesto el mismísimo Gary Hughes (Ten),
y en su último CD -cuarto ya en solitario- Paul Hodson (Ten, Hard Rain).
Alrededor de cien personas tuvimos el privilegio y la satisfacción
de disfrutar del arte de este gran solista, sin apreturas y casi con temperatura
otoñal…dentro de la propia sala.
Pero comencemos por el principio, porque esa noche tuvimos
la suerte de volver a disfrutar del directo de unos luchadores del rock, que
poniendo todo su corazón y pasión por la música, han conseguido
por fin grabar su primer disco, que se encuentra, cuando aún escribimos
esto, en proceso de mezclas, y que ya estamos deseando tener en nuestras manos.
Se trata de los madrileños EDEN LOST,
banda de potente Hard Rock americano, con un cantante de primerísimo
nivel, Ignacio, clásico en la escena rockera, que precisamente el día
anterior había tenido un gravísimo accidente de coche, del que
milagrosamente salió tan solo con algunas magulladuras, y que no le impidió
estar ahí aquella noche.
Comenzaron su actuación con «Lost in paradise»,
encontrándonos con un sonido terriblemente alto, que continuó
con «Road of desire». El ambiente, como suele ser habitual al principio
de la actuación de una banda invitada, era algo frío, pero ésto
comenzó a cambiar con ese precioso medio tiempo titulado «Burn»,
que hizo que empezáramos a movernos. «Only girls» volvió
a sonar algo estridente, pero fue ya con «Saturday night», cuando
el público acompañó a la banda con sus palmas, animados
por un Ignacio saltarín en plan David Lee Roth, y un sonido en notable
mejoría.
Uno de los mejores momentos de su actuación llegaría
con «In your eyes», preciosa balada interpretada por el dúo
Ignacio y Javi (teclista), con unas encantadoras melodías de piano que
sirvieron de bandeja para el lucimiento del fenomenal vocalista. Un agradecimiento
para todos sus amigos por estar ahí (sin los cuales no hubieran ido a
ver a Mr. Catley más de 40 personas), haciendo referencia al desgraciado
accidente, sirvió de presentación para una de sus canciones más
ochenteras, «You make me feel so alive», y ahora sí que estábamos
todos disfrutando.
Finalizaron con «Rosie» del primer disco de Richie
Sambora, pero faltaba el ineludible bis, precedido por la inevitable petición
del público, y éste fue «Born to be my baby» de Bon
Jovi, indudable influencia para la banda. Con un sonido que nos impidió
apreciar el verdadero nivel de los guitarras Javi y Jesús, del bajista
Kike, de David a la batería, el otro Javi a las teclas e Ignacio como
frontman, terminaron su set.
Inmediatamente apareció Vince O’Regan (guitarra
en «When empires burn», cuarto disco de CATLEY,
y único músico que le ayudaría en este acústico)
para preparar su show, y nos volvemos a encontrar con Ignacio, cuya humildad
le hace más grande de lo que ya es, ayudándole a bajar sus guitarras
desde los camerinos. La primera sorpresa de la noche es la primera canción,
«Children of the circle», aunque Mr. O’Regan parecía
tener una guitarra acústica entre las manos, el sonido era odiosamente
alto, sucio y eléctrico. Alguien les debió de enseñar a
decir en español «¡Qué pasa, torpedo!», porque
lo repitieron en múltiples ocasiones durante la noche.
La segunda, «This is the day» (del último
disco, como la anterior) sonó aún peor, si cabe, lo que hizo que
más de la mitad de la gente se fuera hacia atrás. Todo se debía
a la inclusión de una pastilla en la guitarra acústica de O’Regan,
lo que hacía que saliera un sonido realmente feo y estridente de la misma.
Gracias a… ¿dios?, todo cambió con «Return of the mountain
king», pues Vince cambió de instrumento, y por fin comenzó
el concierto acústico.
Continuaron con «Stormcrow and Pilgrim», que ya
sonó bien, pero no podíamos evitar la sensación de vacío
que daba escuchar canciones claramente compuestas para una banda, pero interpretadas
por una sola guitarra, que no lograba llenar lo que deberían estar haciendo
un bajo u otra guitarra. Bien… pues ahora olvídate de todo lo que te
hemos contado en los párrafos anteriores, porque a partir del quinto
tema, «When empires burn», aquello empezó a sonar a gloria.
Fue entonces cuando la milagrosa voz de Bob logró encandilarnos
con las épicas melodías compuestas por Paul Hodson. «Faraway»
sirvió para que CATLEY ya se exhibiera en toda su intensidad.
Con esa forma de cantar, potente pero contenida, lograba que nos preguntáramos
de dónde diablos salía ese electrizante chorro de voz. Si bien,
visualmente el concierto resultaba soso, poco dinámico, el magnetismo
del gesticulante frontman, nos mantenía atentos.
Maravillosamente bien sonó «My America»,
de connotaciones irlandesas, muy en la onda Thin Lizzy o Gary Moore. Volvieron
a utilizar la guitarra eléctrica, disfrazada de acústica, para
interpretar «Start talking love» -Magnum- y «Lonely night»,
pero esta vez el ruido, así como la sensación de vacío
que nos invadió al principio, habían desaparecido, y a nuestros
oídos llegaban solo buenas vibraciones.
Otra vez con la acústica, nos atrapan con el clásico
de Magnum «Days of no trust». Por supuesto, a estas alturas todos
los asistentes estábamos encandilados con la voz de este pequeño-gran
cantante. Antes de tocar «On a storytellers night», Mr.
CATLEY aprovechó para agradecer a EDEN LOST
que hubieran abierto para ellos.
Finalizado este pedazo de tema, se despidieron, pero no habían
salido del escenario cuando volvieron para ofrecernos el último tema
de la noche, «Just like an arrow», en la que el genio volvió
a exhibirse como lo que es, una de las voces más privilegiadas de la
música internacional. Como broma, O’Regan hacía los coros
cantando: «…just like Al Barrow…», que es el nombre del bajista
que les acompaña como banda, así como en el disco, y al que, sin
duda, le debe de unir una gran amistad.
Si algo nos gusta de los conciertos de Ritmo y Compás,
es que, con un poco de paciencia, acabas saludando y haciéndote fotos
con todos los que allí actúan. Y así terminó esta
bonita noche, «in crescendo», como las grandes obras musicales…
comienzo titubeante, pero con final glorioso.
Texto y Fotos: Rafa Carrillo y Carlos Treviño
(ALIANZA)
Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchar sobre
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