Por fin, después de muchos años y para beneplácito
de todos los heavys mexicanos (y muchos extranjeros) se ha editado en CD este
álbum clásico del metal mexicano y tal vez, uno de los mejores
discos de la historia rocker de este país; el disco homónimo de
MEGATÓN, una banda que nació en Torreón,
Coahuila en 1983 dentro de una escena pequeña pero con actitud y grandes
influencias de bandas legendarias como Iron Maiden o Judas Priest.
Grabado originalmente en 1988 esta pieza de hard / heavy metal
fue lanzada en LP y por mucho tiempo había sido un objeto buscado y muy
valorado por ser difícil de conseguir, bueno después de 15 años
y con las cantidades tan pequeñas de ejemplares que se hacían
en esos años, no es de extrañar que cada acetato fuera una autentica
pieza de colección. Este es el único legado musical registrado
de una agrupación que fue muy popular, tanto así que llegó
a aparecer en la televisión y la radio a lo largo de la República
Mexicana, cosa que en estos días tal vez no sea extraño, pero
que para su época era un logro inusual para una banda heavy.
La formación que grabó este material estaba conformada
por: Raúl Ochoa en la guitarra líder; Beto Najera, guitarra rítmica;
Miguel Carrillo en el bajo; Salvador Aguilar (quien posteriormente formaría
CODA, otra buena banda de hard mexicana) en las voces y Pedro Zavala en la batería.
Musicalmente y más allá de la historia, contiene
temas como «Mala mujer», un golpe directo a la cabeza con un guitarreo
impresionante y la voz de Salvador sonando como nunca más lo haría.
Muchos que lean esta critica seguramente no sabrán a
que suenan, y aunque las comparaciones son odiosas, no se me ocurre decir más
que es buen heavy metal de los ochentas, sonando un poco a Sangre Azul, Banzai,
o Alakran, influencias Maiden, con letras directas y como ya lo he dicho, mucha
actitud.
Ningún disco de este estilo estaría completo
sin una balada y «Con los brazos abiertos» es un ejemplo de lo que
es una balada heavy, pasión pura. «Vida después de la muerte»
refleja la furia que los jóvenes querían liberar, la esencia del
rock, un grito de batalla con una batería extraordinaria y una letra
con la que se identificaban los chavos. Y si en el nombre se lleva la fama ya
se imaginarán que pueden esperar de «Llamado de rock» o de
«El príncipe».
Nueve temas que se disfrutan de principio a fin, un gran disco
y aunque el sonido de la grabación no es malo, podría ser mejor,
tal vez debió ponerse más empeño en remasterizarlo, pero
aún con este punto en contra es un excelente disco que cualquier amante
del heavy en español debe escuchar, una grabación muy buena para
su época y ejemplo para nuevas bandas que van por ahí sin una
personalidad propia.
Germán Eduardo García.