Me resulta muy difícil ponerme a escribir sobre el concierto
de SLAYER porque todavía estoy con la boca abierta,
con la sangre coagulada y con los ojos cómo platos. Sencillamente y brutalmente
impresionante es lo que acabamos de vivir en directo con la banda de Tom Araya
y compañía.
Tras un buen concierto de Nightwish, aunque
algo soso para mi gusto, poco a poco se fueron retirando la mayoría de
sus seguidores para dar paso a los melenudos flequilleros de más edad,
los cinturones de balas, las enormes muñequeras de tachuelas y los parches
de Testament, Forbidden, Death, Destruction, Sodom y por supuesto Slayer, sabedores
de que la descarga de los americanos iba a ser tremendamente violenta, musicalmente
muy agresiva y por supuesto cargada de actitud, mala leche y rabia contenida.
Y efectivamente eso es lo que nos acaban de ofrecer, hora y
cuarto de tralla sin tregua con una banda tremendamente poderosa, muy entregada
con el numeroso público (algo menos que con Nightwish,
hay que reconocerlo) y con ganas de poner en duda quien eran los cabezas de
cartel esta noche.
El sonido ha sido cusiperfecto, el bajo y la poderosa voz de
Tom Araya han retumbado sin piedad en los oídos de todos los que estaban
esperando recibir su necesaria ración diaria de caña thrasera
de la buena, las guitarras de Kerry King (ya con casi toda la cabeza tatuada
y su habitual cara de malo, malísimo omnipresente en escena) y Jeff Hanneman
han sonado más afiladas que nunca, y la batería del señor
Lombardo (rodeado de bombos y platillos), cómo era de esperar, para qué
nos vamos a engañar ha sido una auténtico locomotora.
Muy bruto, muy rápido y sobre todo muy agresivo para
el, para mí, mejor concierto del viernes. Todavía no han tocado
Blind Guardian (que están a punto de salir) pero permitirme
ser agorero por una vez y creo no equivocarme si digo que se han comido a los
alemanes incluso antes de salir.
Finalmente Dave Lombardo ha tirado su batería por los
suelos y la banda, detalle poco habitual y por ello significativo, han saludado
y dado las gracias a todo el mundo por el trato recibido y la atención
prestada.
En cuanto a los temas no han cambiado mucho su repertorio con
respecto a sus dos últimas venidos a nuestro país el año
pasado. Destaquemos una brutal «War ensemble», el clásico «Angel
of death» (teníais que haber visto a Silver en plan thraser total
al ritmo de este himno), la imprescindible «Reign in blood» y una
algo menos trallera pero igualmente hipnótica, agresiva y llena de feeling
(cañero pero feeling al fin y al cabo) cómo es «Post Morten»,
con la que han acabado el concierto ante el aplauso sincero del público
que, con la boca abierta y el pecho todavía retumbando por la impresionante
carga de decibelios que acababan de recibir, se han rendido ante los eternos
reyes del thrash metal en su concepción más clásica, priomogenia
y brutal.
Un diez para SLAYER y para el, hasta ahora,
mejor concierto sin duda del primer día en el festival (y eso que Overkill
habían puesto el listón muy alto).
Texto: David Esquitino
Fotos: Rafa Basa
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