Cuarto disco de esta banda de Castellón que tanto nos
sorprendieron con su anterior y fantástico «Sueños perdidos»
en el 2001. Lo suyo es un heavy metal de base clásica (no en vano, llevan
funcionando cómo banda desde mediados / finales de los años 80
y sus raíces están muy claras) pero con gusto por el rock n ´roll
de toda la vida.
En «La risa de las bestias» encontramos 11 temas de puro,
duro y sincero heavy metal en los que las influencias de bandas cómo
Barón Rojo, Ñu o Rata Blanca son evidentes pero sin hacer perder
nunca la personalidad a la banda. Las guitarras son claras protagonistas del
sonido de TEMPLARIO. Esto, junto a la melodía omnipresente
en las canciones y la particular voz de Fran (vocalista y bajista) de la formación,
componen el sello de identidad más evidente de estos castellonenses que
han grabado un álbum muy serio y maduro para los tiempos de happy metal
o brutalidad sin más que vivimos.
Antes de meterme a hablar de las canciones en concreto, quiero
destacar el contenido de las letras de la banda, comprometidas y punzantes con
temas cómo la religión, pederastia, la ausencia de éxito
del artista o la Guerra Civil. Están realizadas de un modo sencillo pero
con un exquisito toque de elegancia al modo del que siempre admiré en
Barón Rojo o Ñu (vemos que los maestros no sólo nos influyen
para componer los temas o tocar nuestros instrumentos sino también en
la manera de escribir y comunicar todo aquello que queremos decir). También
me ha gustado la portada, a modo de página de códice antiguo (concretamente
se trata de una ilustración extraída del «Bestiario de Aberdeen»
del siglo XII), diferente y atractiva a la vez.
En cuanto a los temas en concreto, todos tienen una base de
calidad, gusto por la melodía y toque potente y diferente que hacen de
«La risa de las bestias» un gran disco en conjunto y no sólo
de temas sueltos. En concreto me han gustado más la primera «Arnau»,
un tema muy heavy para comenzar el disco con un riff muy interesante y una poderosa
guitarra dominando la canción; la más macarra «Mentiras»;
«Talismán», tema con guiño a los argentinos Rata Blanca;
la más roquera y letra inteligente «Expreso a ninguna parte»;
un temazo potente cómo es «El llanto del miedo» (con el cantante
dándolo todo y cantando de maravilla en la canción); y la medieval
«L´arbre, el árbol, Zuhaitza», con letra en castellano,
catalán y vasco y la colaboración inconfundible de la voz y flauta
de Jose Carlos Molina de Ñu aportando ese toque mágico para hacer
de una canción algo siempre especial.
La única pega que se le puede poner al disco es que
se puede hacer algo monótono al principio (por una cierta similitud entre
los temas que lo componen) pero una vez que lo escuchas más veces y te
acostumbras al timbre algo raro del cantante, comienzas a sacarle la chicha
y los matices al asunto, te empiezas a fijar en el contenido de las letras y
se te queda la sensación en la cabeza de que estás ante un disco
muy interesante.
David Esquitino (esqui21@eresmas.com)