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10 de Marzo de 2003. Sala Chesterfield, Madrid.
Anoche lunes, en Madrid, tras una concurrida firma de discos en una céntrica
tienda de la Gran Vía, los nuevos AVALANCH hicieron una presentación
especial para los medios y para unos doscientos invitados, entre los que nos
encontrábamos parte del staff, miembros de su club de fans y los primeros
compradores en la citada firma de su «Los Poetas Han Muerto».
La gran incógnita era ver y escuchar a la reformada formación
de la que solo quedan Rionda y Fran, pero especialmente al nuevo cantante Ramón
Lage. Ya se sabe, tras la marcha de Víctor García, -para muchos
fans insustituible-, la gran pregunta era ¿cómo responderá
Ramón como frontman?. Pues para comenzar, en el álbum lo ha hecho
impresionantemente bien. A mi modo de escuchar (ya lo dije hace unos días
en la review del disco) posee una gran voz, una tesitura preciosa y una garra
contenida que con el paso de unos cuantos conciertos se destapará y nos
sorprenderá aún más de lo que lo hizo anoche en la Sala
Chesterfield. Ramón demostró tener un gran feeling, una voz extraordinaria,
buena planta y personalidad; además sabe estar en escena, aunque aún
le faltan las tablas que adquirirá de aquí a poco. Es un cantante
muy bien adiestrado por el maestro Rionda que con un ápice de confianza
(cosa que cogerá con unos cuántos conciertos más) se convertirá
en el genial vocalista que apunta . De entrada anoche nos agradó a la
gran mayoría, a pesar que muchos le miraran con lupa. Ramón salió
victorioso, y con la cabeza muy alta. Es un tipo que lo hace en directo prácticamente
como en el álbum, como digo, en mi opinión en vivo le tiene que
poner un poco de sal y pimienta para que el guiso musical sea más poderoso,
pero mientras cante y se comporte sobre el escenario como anoche todo irá
bien.
El resto de la banda estuvo a gran altura a pesar de que el sonido de la sala
fuera opaco, bajo y de nula espectacularidad y no hubiera juego de luces; pero
no nos pongamos exigentes ya que no era un concierto en sí, solo era
una presentación especial.
Fran, el único superviviente tras la criba, se comportó como
siempre, tocando muy bien con su bajo de seis cuerdas, dando confianza sobre
el escenario a los nuevos, el guitarrista Daniel León demostró
gran nivel y destreza, el teclista Roberto Junquera puso su magia tocando sentado.
El batería Marco merece mención a parte; es un tipo experimentado,
con gran pegada y sobre todo una muy depurada técnica. Demuestra gran
seguridad y además aporta gran movilidad visual con su juego de baquetas,
sin duda es otro de los grandes fichajes. Rionda seguro, y contento, -aunque
estuvo serio casi todo el concierto-, animó a Ramón, estrenó
su nueva guitarra Gibson Standard y estuvo a la altura habitual.
El público que llenaba la pequeña sala, se volcó con el
grupo, y a pesar de no conocer apenas las canciones si mantuvo un matrimonio
constante con el sexteto . Se centraron en su nuevo álbum, como era lógico,
interpretando unas sobresalientes versiones de «Cien veces», en la
que Ramón demostró su capacidad para cantar tanto en tonos bajos
como altos, «Niño», mi favorita tanto en el c.d. como en directo,
con la voz en off de Santiago Fano que sonó escalofriante, y un poco
alta para mi gusto, «Jamás», «El Viejo Torreón»
con la intro en la que una vez más Ramón demostró ser un
brillante cantante y en los bises el recuerdo para «Vientos del Sur»,
interpretado de manera espléndida por parte de Ramón e íntegramente
cantada por los asistentes y «Lucero» fabulosa.
Tuve el honor de presentar a la banda, y en dicha presentación dije
«Los Poetas no han muerto, nos quedan Alberto Rionda y su banda, ¡Avalanch!».
Es claro, tenemos poetas para rato y para muchos años, en contra de lo
que dice el título del álbum.
Texto : Rafa Basa.
Fotos: Diego L. Perez
Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchad sobre ellas.