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KELLY SIMMONZ´S BLINDFAITH – The rule of right

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El comentario de este disco se puede simplificar en una frase: «Otro disco
de uno de los admiradores de Yngwie Malmsteen. Si te gusta el genio sueco te encantará
este disco y si no, te aburrirá cómo una ostra». No voy a ser
tan ruin y voy a analizar el disco de una manera más profunda, por supuesto,
pero pienso que es un buen arranque para que os hagáis una idea de por
donde van los tiros con el proyecto de este guitarrista.

Al igual que Rising Force es Yngwie, Blindfaith es el grupo de este
multiinstrumentista japonés que toca todos los instrumentos, canta, compone
todos los temas, produce el álbum, … es decir, el se lo guisa y el
se lo come. Kelly Simmonz se marchó muy joven a Estados Unidos a estudiar
música en 1989 y empezó a tocar en varios proyectos cómo
músico de sesión. Tras graduarse en el prestigioso curso de guitarra
G.I.T., en 1994 volvió a Japón con la idea de grabar discos en
solitario ya que cómo músico de sesión se veía enormemente
limitado.

Ya en Japón ha grabado tres discos en solitario inevitablemente influenciados
por Yngwie Malmsteen. Este «The rule of right» es el tercer trabajo
por tanto, tras «Silent scream» y «Sign of the times», y
en su versión europea (que es de la que dispongo) encontramos 8 cortes
de nueva factura, nuevas versiones de dos de los temas de su disco anterior
(«Still» y «King of the castle») más 3 bonus tracks.
En total son trece temas de un hard-heavy bastante melódico e incluso
progresivo pero desquiciantemente influenciado por Yngwie Malmsteen (lo digo
ya, si te cansa el guitarrista sueco este no es tu disco).

La banda que acompaña a Kelly Simmonz en este trabajo son los
japoneses Keisuke Nishimoto (bajista) y Tetsuya Hoshiyama (batería) pero
su presencia es casi testimonial porque están en todo momento al servicio
del teclado, que marca la melodía constantemente, y la guitarra absolutamente
protagonista de este trabajo. Las explosiones guitarreras de Kelly son por tanto
la base de este disco y, consciente o inconscientemente, no dejan resquicio
para la batería o el bajo que se convierten en meros acompañantes
para marcar el ritmo y dar libertad a la guitarra y el teclado que son los que
verdaderamente aportan la chispa en este trabajo. Incluso la propia voz, pese
a que el trabajo vocal es sensacional a lo largo de todo el disco, se convierte
en un mero adorno al servicio de la música.

La calidad y la genialidad tanto compositiva cómo instrumental son
las características principales de este disco. Objetivamente es un trabajo
excelente de un músico fantástico con un exquisito gusto por la
melodía, los detalles orquestales, los guiños constantes hacia
la música clásica y la pulcritud más absoluta. Pero lo
cierto es que si no eres fanático de Michael Romeo (Symphony X), John
Petrucci (Dream Theater) y sobre todo del Yngwie menos músico y más
ególatra, lo más probable es que el disco se te haga muy cuesta
arriba.

Todas las canciones que componen este «The rule of right» tienen
un inevitable toque barroco y neoclásico (siempre presentes en las composiciones
del genio sueco). Aún así y sin entrar demasiado en comparaciones,
no se le puede negar la calidad y la fuerza que poseen estos temas. Kelly Simmonz
ha conseguido aunar en un disco un conjunto de canciones mucho más variadas
que lo que posiblemente haya conseguido Yngwie es sus últimos 3 o 4 discos
y, subjetivismos aparte, esto es algo digno de alabar. En el disco se incluyen
varios temas instrumentales que particularmente me aburren soberanamente porque
son vivos ejemplos de «mira lo buen compositor y guitarrista que soy»
y para mí la música es otra cosa. Geniales pero soporíferos.
Me refiero a temas cómo «Dancing on the edge» (un tema compuesto
de solos de guitarra superpuestos unos encima de otros) o «Partita BWV826».
Entre los demás me quedo con la melódica «Till the end of
time» (en la onda de los primeros discos de Yngwie), la más rápida
«Now your turn» (bastante progresiva de todos modos y con un excelente
trabajo vocal a lo largo de toda la canción), la nueva versión
de «King of the castle» de su anterior trabajo (un tema con bases
setenteras y aires de Rainbow e incluso Led Zeppelin donde se mezcla la rapidez
de Malmsteen con el sentimiento de Ritchie Blackmoore), la preciosa balada «Still»
(donde las melodías de piano son protagonistas) o «Time of revelation»
(un medio tiempo muy hardroquero que, quitando los inevitables solos, me parece
lo mejor del disco). Aparte de estos, cabe destacar cómo curiosidades
«Desperado» (un tema con aires latinos e incluso flamencos expresados
con una guitarra española al más puro estilo de Carlos Santana)
y «Sprendid grief» (una exquisita demostración de las capacidades
de este músico a modo de tema instrumental de música clásica
tocado solo con piano).

En definitiva, un disco difícil de digerir si no te gustan especialmente
los grupos con protagonista «guitar-hero». La calidad es indudable
y el trabajo es fantástico desde un punto de vista musical pero, dicho
sin ánimo de ofender a nadie, en el fondo no es más que uno de
los múltiples clones de Malmsteen cómo Concerto Moon o el más
reciente caso de Iron Mask. Es posible de todos modos, vista la repetición
del genio sueco en sus últimos discos, que podamos decir que el aprendiz
ha superado al maestro con este «The rule of faith» pero lo cierto
es que el escuchar el disco entero se hace terriblemente pesado.

No digo que esté destinado para un público menos exigente (o
más exigente, según cómo lo veamos) cómo el japonés
pero es cierto que es posible que un proyecto de esta índole funcione
mejor en Oriente que en Europa o América.

Lo dicho, un disco de indudable calidad pero aburrido y muy pesado si no eres
100% fan de Yngwie Malmsteen. A los que piensen que el guitarrista sueco es
el «genio de las 6 cuerdas», el «amo de la velocidad», el
«señor del mástil» y demás adjetivos rimbombantes,
le pondrán a este «The rule of faith» un gran sobresaliente.
A los que les parezca que aburre a las cabras no le darán más
que un aprobado justito. Yo me quedo en un elegante termino medio pero cómo
me siento más cercano a los segundos que a los primeros, mi coherencia
conmigo mismo y mi amor por «otro tipo de heavy» no me permiten darle
más puntuación a este disco. «The rule of faith» es
genial y musicalmente excelente pero es difícil escucharlo de un tirón,
sinceramente.

David Esquitino (esqui21@eresmas.com).

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