Por fin tengo en mis manos el nuevo disco de una de mis bandas
favoritas de todos los tiempos. Esto no debería condicionarme a la hora
de valorar su nuevo trabajo pero quiera o no, lo hace. Después de escuchar
el disco varias veces, de tener en cuenta que es el primer trabajo después
de 10 años y de hacerme a la idea de que ya no estamos en 1984 (por lo
que esperar otro «Pacto con el diablo» es un deseo completamente
imposible), tengo que decir que el resultado es decepcionante.
Para quien no conozca ampliamente a la banda, hay que decir
que surgieron en San Sebastián (aunque se trasladaron pronto a Madrid)
a principios de los 80 muy influenciados por bandas de puro heavy metal cómo
Judas Priest o Accept. Sacaron dos discos imprescindibles para todo amante del
heavy nacional cómo son «Pacto con el diablo» (1984) y «Diabólica»
(1985) y bajaron un poco el listón con «Demasiado joven para morir»
(1987), un disco de heavy pero ya más cercano a corrientes más
modernas y sin la fuerza, frescura y rapidez de sus predecesores. Para su siguiente
disco (1988) nos sorprenden con «666», muy comercial y cercano a
las corrientes melódicas y hard roqueras que estaban en boga por aquel
entonces en EEUU. Aún así y pese a las críticas, todo un
discazo que es hasta hoy el más vendido de la banda y que posibilitó
la «huida» de la banda hacia tierras americanas. Ya en 1993 editan
«A cara y cruz», un trabajo más «bruto» que todo
lo anteriormente editado por la banda y sobre todo con un sonido más
cercano a las corrientes modernas que estaban surgiendo entonces.
De acuerdo con la evolución natural que la banda ha
ido llevando a lo largo de toda su historia era evidente que este nuevo álbum
tenía que ser un disco acorde con los tiempos que corren. Efectivamente
es así, con un sonido a caballo entre la comercialidad y melodía
de «666» y los sonidos modernos y más cañeros a los
que se acercaban en «A cara o cruz». Eso sí, sin la genialidad
de uno ni la fuerza del otro… y lamentablemente sin la primigenia vena heavy
que siempre caracterizó a Angeles más que otra
cosa.
Evidentemente, la banda sigue liderada por un Juan Gallardo
a años luz del que siempre consideré el discípulo español
de Rob Halford, y por Robert Alvarez, un guitarrista antes sencillo pero efectivo
y ahora simple y machacón. Aparte de ellos sigue en la banda el guitarrista
¿mexicano? Gus Santana (que ya lleva bastantes años en el grupo
y ahora ha grabado también el bajo). Los dos músicos que completan
la formación que ha grabado este disco son el teclista y guitarrista
Guillermo Pascual y el batería Rafa Delgado.
El disco ha sido íntegramente grabado en Miami por Stephan
Galfas pero la verdad es que el resultado conseguido es poco satisfactorio.
Suena actual, distorsionado y bruto y melódico a un tiempo pero sin dar
la sensación en ningún momento de que estemos ante un disco importante.
Las guitarras son protagonistas pero desde un sonido completamente distorsionado
y sin personalidad ninguna. El resto de los instrumentos y sobre todo la voz
están muy por debajo del sonido de las guitarras. Además de esto,
Juan Gallardo no sube en ningún momento cómo antaño y,
de hecho, ni siquiera lo intenta más que en ocasiones puntualísimas
en las que evidentemente es difícil reconocer a aquel que te ponía
los pelos de punta cantando «Maldito sea tu nombre», «Prisionero»
o «Fuera de la ley».
«Todos somos ángeles» se abre con una intro
semi industrial muy extraña que no augura nada bueno para el desarrollo
musical del disco. Aún así hay temas interesantes cómo
la homónima que abre el disco tras la intro (una canción de estructura,
forma y letra similar a «A cara y cruz -la canción no el
disco-); «No lo se» (cercano a los temas de «666» pero
con sonido más actual y un extraño y sorprendente regustillo a
Medina Azahara -no soy el único al que se lo parece, ¿no?);
el medio tiempo «Buscando la llave»; una pegadiza pero bastante
simple «Hijos de América» (que habla de la extinción
de los indios americanos usando la fuerza cómo arma de convicción);
la semi cañera «Cae la noche» (con los típicos «nananás»
coreados por Gallardo a mitad del tema) o la balada «»Un sentimiento
de amor» (bastante suave y sin el feeling de «Pensando en ti»
o «Si tú no estás aquí» por poner un ejemplo
anterior). Cabe destacar también en este sentido la inclusión
de dos versiones de un cantante de rancheras mejicano cómo es José
Alfredo Jiménez: una es la conocida «El rey», tema que llevan
haciendo en directo varios años y que queda curiosa a ritmo metálico;
y la otra es una balada llamada «Yo se que tú estás aquí»
que es de lo mejor del disco (y cuando destacamos las baladas cómo lo
más interesante de un disco, malo, malo).
Reza la publicidad promocional que este es «el rock
que nos vio crecer». Lo siento pero este disco no se parece en nada a
los ANGELES DEL INFIERNO que conocí en mi adolescencia.
Yo crecí a ritmo de «Maldito sea tu nombre» y en este disco
no hay nada que me recuerde a eso. Es difícil ser cruel con lo que más
aprecias pero «Todos somos ángeles» es muy pobre para ser
el nuevo disco de ANGELES DEL INFIERNO y más todavía
si consideramos que es el primero en tanto tiempo. Si han necesitado diez años
para componer algo tan pobre, apaga y vámonos.
Quizás no esté tan mal pero no pasa de ahí
y ese es un bagaje muy limitado para considerar a «Todos somos ángeles»
cómo el glorioso regreso de una de las bandas nacionales más míticas.
Si os conformáis con poco os gustará porque es facilón
y pegadizo en ocasiones pero mi veredicto es que es un disco sin chicha ni feeling
ninguno.
David Esquitino (esqui21@eresmas.com)
«La hora del guardián» (viernes de 9 a 10 de la noche en
Onda Merlín, 107.3 fm para Madrid y www.omcradio.org para el resto)
Track list:
1 – Todos somos ángeles (intro) (2:35)
2 – Todos somos ángeles (2:24)
3 – No lo se (3:12)
4 – Buscando la llave (5:04)
5 – Hijos de América (3:45)
6 – Un sentimiento de amor (3:01)
7 – Cae la noche (3:42)
8 – Shy boy (loco por ti) (3:34)
9 – El rey (2:12)
10 – Misterios (3:06)
11 – Yo se que tú estás aquí (4:19)